lunes, 5 de agosto de 2013

Existir esencial

“¿Me amará?”
(El Eterno, previo a insuflar Su aliento sobre Adam)

“Ser capaz de no ser
es el modo auténtico de ser.”
(Abdelmumin Aya)





¿Qué necesidad tiene el puro vacío posibilitador, capaz de soportar en sí, por sí y desde sí cualquier atributo imaginado e incluso inimaginable, de negarse a sí mismo y poseer característica alguna? Igual que el útero genera, desde su fértil ocupabilidad, un espacio óptimo para la vida, así la vacuidad misma genera a cada instante la posibilidad del mundo. Puesto que no se da escisión alguna en este fundamental e interminable proceso, no cabe pues aceptar una esencia sin la posibilidad de existir, ni cabe entender una existencia que no sea siempre (desde lo) esencial. Lo entendamos o no, allá cada cual, si viene, conviene. Lo Eterno se vacía de sí mismo, dándolo todo a cambio de nada, sin guardar recibí de lo dado, sin reclamar la deuda, sin entrar en el juego del trueque. Amor, el misericordioso de siempre y Sus cosas.


Desde su insondable vacuidad intrínseca, lo Eterno genera a cada instante la totalidad de los multiversos, en la inequívoca y amorosa certeza de que todo (corresponder Su Amor) dependerá ya (si queremos) de nosotros. Estamos condenados a amar Su libre Voluntad desde la nuestra. El encuentro no está así garantizado, ya que el Amor, que espera ser amado, permanece en vilo, se la juega en nosotros a cada instante. El amor no es sino voluntaria tensión hacia lo nuevo, tensión que sólo es posible desde la total auto negación del que ama. El eterno puede verse defraudado y perderlo todo en cada uno de nosotros, es un cofre vacío que espera ser llenado. Allí donde el árbol no es sino esfuerzo de permanente gratitud hacia la semilla ¿qué vamos nosotros a aportar? ¿Amaremos?. Cafres, los ingratos de siempre y las nuestras.




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