sábado, 8 de junio de 2013

Corazón ardiente

“Atardece.”
(Lucas 24,29)




No hay amor en la posesión. Si en la soledad, en el silencio, en el abandono, en la reclusión, en la cercanía de la última hora del día, en los últimos instantes de una vida, allí donde huérfanos del espíritu y prestos a sumirnos en el frío de la tiniebla, dócilmente todo se abandona. Momento mágico que, nada más atraparlo, en juguetona dialéctica desaparece, haciendo temblar al héroe.


Cielo raso en el atardecer del páramo infinito que nos invita a trascender el interno bullicio cotidiano, en un tenue esfuerzo de centramiento que no es sino oración. Lo demás, obrar como los demás cuando parece necesario, hacer cuanto y cuando los otros no se atreven, comprometerse, escribir… soberbia. “¿No ardía nuestro corazón, como resolana debajo la piel?”



No hay comentarios:

Publicar un comentario