“If we shadows have offended,
think but this, an all is mended,
that you have but slumber’d here
while these visions did appear.”
(Puck)
Fuera aparte que este día sea el
contrapunto anímico del más triste del año (21 de enero), el periodo
comprendido entre el 21 y 24 de junio aparece intrínsecamente ligado a la
presencia de fogatas purificadoras que multipliquen la predominancia solar que
caracteriza estos días: resulta duro asumir que hasta los astros, en el surco
de crecimiento y decrecimiento aparente sobre el horizonte, tienen también sus
límites.
Todo cuanto nos ocurre en la
noche, incluso velar y estar despiertos, incluso soñar, sucede siempre como en
un sueño. ¿Soñamos que soñamos? ¿Es quizá, el de los muertos, un sueño
permanente en el que, ignorantes de su condición, sueñan vivir un sueño? ¿Qué
puertas abre misteriosa la noche –y su sueño- y hacia dónde nos conduce el
atravesar al otro lado de su onírico espejo?
Adentrarse en el conocimiento del
mundo porvenir y en la dimensión mágica (líquida) de la realidad, reducir la
incertidumbre del propio destino, abrir sin permiso el apolíneo oráculo, no es
algo que debiera quedar, en modo alguno, impune. Hay mieles que nunca se
deberían probar de manera gratuita, pues la dulce colaboración de abejas y
rosas sólo se hayan al alcance del pecunio divino. Aún faltan cuatro días,
cuatro. Tan solo un filtro o hechizo elaborado con pericia, será capaz de
burlar los implacables designios del emperador, antes de que se cierre
definitivamente la misteriosa puerta.
Si, por un casual, se encuentran
con Hipólita y Teseo, con Oberón y Titania y, no digamos, con el travieso Puck,
no digan nada, no cuenten nada. Cierra los párpados, para poder ungirlos con un beso; cierra tus ojos, para mejor abrir tu mirada a un mundo infinito. Esta vez, pese a quien pese, la vencedora será
la noche… Feliz, alegre y bullicioso solsticio.
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