domingo, 11 de noviembre de 2012

Bancarrota imperial


“Los pecados del rey
siempre los termina pagando el pueblo.”
(Dicho tradicional popular)

 

 

Por si las cosas se ponen demasiado turbias, los líderes del progreso han decidido cobrarse cuanto antes el precio de su info-tecno-químico obsequio, envuelto en el papel de regalo de la sobre inhumana globalización que, tan acostumbrada a los grandes números, se desentiende del pequeño sufrimiento de la chusma de contribuyentes y marginados. Papá Noel y los Reyes Magos traerán reducciones en sanidad, bienestar y seguridad social a todos los que, expulsados de sus trabajos y casas, no puedan llegar a costearse el selecto club del progreso: solis sacerdotibus.

 
 

La “paralización” de desahucios solo pretende dar siquiera un poco de oxígeno a los caballos apocalípticos y permitirles hacer su tarea sin tanto ruido mediático. La prensa desglobalizada no se desmantela en dos días. A los infra seres humanos les aguarda un destino instrumental: ser desechados en la cuneta del progreso tóxico como condones usados. El ímpetu juvenil terminará siendo desgastado por sobredosis de “botellones” mezclando temor e inquietud.

 
 

Como en la útil contienda civil española, queda abierta la puerta a escuadrones de la muerte, junto a costosas guerras contra los ciudadanos díscolos que quieran entrar por la fuerza a un Club que no fue, en ningún caso, pensado para ellos: “El futuro”. El lastre ciudadano terminará agostado entre intermitentes inundaciones, plagas, incendios y apagones. ¡Jo, que fácil! ¡Cómo mola ser profeta en la era Internet! ¿Contamos aciertos? Lo confieso, he hecho trampas… todo esto ya está pasando. El templo se hunde, permanece aflote empero el lúcido capitel.
 
 
 

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