“Los pecados del rey
siempre los termina pagando el
pueblo.”
(Dicho tradicional popular)
Por si las cosas se ponen
demasiado turbias, los líderes del progreso han decidido cobrarse cuanto antes
el precio de su info-tecno-químico obsequio, envuelto en el papel de regalo de
la sobre inhumana globalización que, tan acostumbrada a los grandes números, se
desentiende del pequeño sufrimiento de la chusma de contribuyentes y
marginados. Papá Noel y los Reyes Magos traerán reducciones en sanidad,
bienestar y seguridad social a todos los que, expulsados de sus trabajos y
casas, no puedan llegar a costearse el selecto club del progreso: solis sacerdotibus.
La “paralización” de desahucios
solo pretende dar siquiera un poco de oxígeno a los caballos apocalípticos y
permitirles hacer su tarea sin tanto ruido mediático. La prensa desglobalizada
no se desmantela en dos días. A los infra seres humanos les aguarda un destino
instrumental: ser desechados en la cuneta del progreso tóxico como condones usados.
El ímpetu juvenil terminará siendo desgastado por sobredosis de “botellones”
mezclando temor e inquietud.
Como en la útil contienda civil
española, queda abierta la puerta a escuadrones de la muerte, junto a costosas
guerras contra los ciudadanos díscolos que quieran entrar por la fuerza a un
Club que no fue, en ningún caso, pensado para ellos: “El futuro”. El lastre
ciudadano terminará agostado entre intermitentes inundaciones, plagas,
incendios y apagones. ¡Jo, que fácil! ¡Cómo mola ser profeta en la era
Internet! ¿Contamos aciertos? Lo confieso, he hecho trampas… todo esto ya está
pasando. El templo se hunde, permanece aflote empero el lúcido capitel.
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