“Si tus intereses se entremezclan
con los de tu enemigo
el riesgo de confrontación
disminuye:
si vis pacem, comercia.”
(Inmanuel Kant, La paz perpetua)
A través de su magia divergente,
las palabras nos otorgan explorar las antípodas de la experiencia y, sin apenas
darnos cuenta, consiguen alejarnos de lo real y violentar en secreto sus leyes.
Todo en el lenguaje es ficción. Distraídos por una interminable secuela de
mundos fantásticos, no queda ya tiempo para tomar conciencia de nuestro poder
imaginal. Mientras algunos pocos se ocupan creando lo real, otros malgastan su
vida en huir en los laberintos virtuales de lo posible, perdidos en pasados y
futuros que no tuvieron ni tendrán lugar. Todo, con tal de evitar enfrentarse
al prodigioso y renovado milagro del instante real. Seguros en la simulación del pensamiento, ignorando sus tremendos riesgos.
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