“Seremos capaces de cambiar el
mundo
con tal de que nada nos cambie.”
(Señor “X”)
Parece natural rehuir o combatir,
cada quién según su gusto y querencia, todo aquello que experimentamos como una
amenaza. ¿Bajo qué perspectiva actúa el avestruz? Habrá que consultar algún
autorizado manual de ficción científica de los vigentes. Cualquier novedad, no por
ser un inicial despropósito evita, a fuerza de ser repetida, ser convertida en
hábito. Ese tipo de hábitos sí hacen, lo quiera o no lo quiera el interesado,
al monje.
Es lo que tienen los campos
metamórficos resonantes. Allí donde algunos encuentran el cielo, escuchando
ópera, otros, sencillamente, se duermen. Todo depende del viento dominante, más
que de los genes. Aunque algunos genes parecen obstinados, con tal de
justificar y preservar su milenario status quo, en llegar a dominarnos. Supra
peritia domini, o como dicen en mi tierra, “el primero, capador”.
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