“De no cambiar de camino,
llegarás a destino.”
(Confucio)
Aunque también, cada uno de
nosotros es mucho más que lo que hace, aunque eso sólo sea esa mínima parte la
única que verdaderamente se demuestra. No conviene confundir acto e identidad.
Uno, cuando es, es al mismo tiempo todo lo que puede ser: la potencia proviene
del recurso disponible, sea este o no demostrado. No todos, a lo largo de su
breve historia, tienen ocasión plena de mostrar su unicidad, su diferencia, lo
que verdaderamente los diferencia del resto de seres humanos. Personas que, al
menos en público, se muestra tan discretamente anónimos como el que más.
Resultan vulgares –hay tantos como ellos- en su estrategia de supervivencia
silente, en su mezquino ocultamiento. Hay tanto necio egoísmo, valga la
redundancia, en su normalidad impostada, en su ausencia de significación. Hay
tanto miedo, disfrazado de prudencia, hay tanta displicencia cobarde. Con tal
de seguir “sobre-muriendo”, se venden por tan poco… ¿Vale vida sin humanidad?
Parece que si. Un verdadero chollo.
Restos de naufragio a la espera de naufrago. Desechados instrumentos.
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