sábado, 3 de noviembre de 2012

Importunar la materia

“Para vencer tu maldad, egoísmo e hipocresía
bastaban buenos pensamientos,
buenas palabras y obras.”
(Zoroastro)


“Sólo es espiritual aquello que te hace mejor.”
(Benedicto XVI)




La resistencia de la Tradición contra la titánica modernidad aún continúa, pese a los infructuosos intentos de Aristocles por desbaratarla a través del idealismo. El rígido coagula materialista y ateo ha dado ahora paso ahora a un solve más líquido y libertario de la postmodernidad. La metaguerra continúa. El nuevo despertar neo-pseudo- espiritual alimentado desde el miedo no hace sino dar vía libre a las fuerzas ínferas que ya no campan sino imperan por sus fueros.




La máscara religiosa se muestra incapaz de amortiguar el hedor de tanta podredumbre. Pero ni en veinticinco siglos han podido desvanecer la mínima y perseverante llama. Tampoco lo hará el simulacro de sincretismo ecuménico global que nos tienen preparado. Nació muerto, de una higuera seca. ¿Puede llamarse a algo estéril ortodoxia? Se mueven por inercia, sin vida. Zombies pastoreando rebaños zombies, en eterna vana espera del ungido, tropezando, tropezando…



Suele el cara a cara con la propia muerte tornar el corazón del traidor a lo real, como si la certeza del propio fin trocara la vana palabra en desnuda mirada. Pobre Aristocles, tu ardid no sirvió de nada. Como siempre, el fértil enderezamiento de Gabriel es del todo imparable. Jaque mate. Los restos de Academo reposan en paz al fin junto al témenos. Tan tarde descubrimos lo falso del aserto “Nunca es tarde…”. De hoguera en hoguera, tropezando.



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