“Disfruta de cada día, de cada noche,
come, bebe, ama, festeja, goza, danza, juega, vive así la vida,
sucumbe a cada instante de un nuevo placer sensorial,
disfruta de tu pequeño, del amor de tu bella esposa mientras aún puedas…
Desiste pues, abandona tu búsqueda inmortal.”
(Eclesiastés 9, 7-10)
“Norte y sur,
trama y urdimbre,
los egipcios ya sabían
cómo las estrellan nos tejen el alma,
de cómo la atan y desatan al cuerpo mortal.”
(Iamblico de Calcis)
En su búsqueda de la inmortalidad de Noé, Gilgamesh se fue a hablar con Siduri Sabitu, la dulce tabernera del puerto, señora de la encrucijada entre mundos, del umbral que separa la vida de la vivificación, haciendo posible la liberadora muerte, quien le desanimó a proseguir su obstinada búsqueda.
Tras su amañado encuentro con Circe, la ruda silvestre que utilizó Ulises por mediación de Hermes no pudo remediar, empero, lo inevitable, la muerte a manos de "su propio Edipo". Somos hijos, pues, de nuestros padres, atados como estamos a nuestros ignorantes, aunque placenteros, actos. ¿Aún sigues distraído en el Carpe diem? Ingenuo.
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