“Dame una cuerda
y te explicaré el universo.”
(Pitágoras de Samos)
“Sé que tengo secretos…
pero no sé cómo enseñarlos.”
(David Oistrach)
Resulta menos complicado
argumentar sobre el origen de nuestro olvido, que desde el olvido de nuestro
origen, vibración ingrata que todavía se resiste a descubrir por qué aún respira o regresar adonde surgió aquel primer
latido del que ahora el suyo tan sólo es eco. Se desvanece toda esperanza, alma
desafinada, incapaz de retener la eternidad a su paso, de acompasarse al coro
de la creación entera, desanimada. Inmóvil ante la urgente llamada: música,
Maestro.
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