jueves, 22 de noviembre de 2012

Atrezo y tramoya espiritual


“¡Me encanta volver al pasado!.
Siempre es más tranquilo que al actual presente
y, sobre todo, mucho más seguro que el futuro.”
(Max Ophuls, La Ronda)

 

 

Apostar por una vida soñada no debe desasirnos de la que parece real, sobre todo cuando confundimos el Paraíso con hacer la voluntad del egregórico ego al que hemos dado vida. Ahora vivimos tiempos de añoranza de la vida frívola y despreocupada que dejamos atrás, con tal de evitar enfrentarnos a los rigores que sembramos desde la tozudez de resistirnos a cambiar y fluir con el cambio, a fluir con y desde lo real.

 
Decir adiós a lo más superfluo, a lo innecesario. Desprendernos del atrezo y la tramoya. Ser. Aunque no sepamos dónde estamos, dónde vamos ni mucho menos quiénes somos. La obra ya termina. El incierto desenlace enlazará con el instante cierto del que ahora partimos, ya sin ni siquiera movernos. Mantener el suspense, garantiza los aplausos. Parece ser.

 
Pequeña conciencia ensimismada en lo tuyo, insensata, ¿hasta cuándo vas a mantener tu órdago a la gran conciencia? Métete en papel de Dios, si quieres. Trata de ser convincente, de hacerlo muy bien, pero –por lo que más quieras (y aquí no hay peros que valgan)- no te lo creas. Que no valen señas ante el espejo. ¿Cuál es tu juego? ¿A qué demonios juegas?
 
 
 

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