“En ese día, parecerá
evidente que la verdadera soberanía
pertenece al Más
Misericordioso.”
(Qurân 25, 25)
“Quién anhela el verdadero
conocimiento,
ya está ubicado en la
senda intangible que conduce al Paraíso.
Sólo le resta Caminar.
Caminar. Caminar.”
(Abu Hurayra)
La familiaridad con el
pozo de la propia tiniebla interior que trae el cotidiano meditar, nos permite
vislumbrar la irrealidad del mundo, su inconsistencia, su inhóspito reflejo.
Comienza así la necesaria locura y desvarío, las ambiguas tinieblas de la
ignorancia, la vivencia del exilio, el abismo que se oculta tras las ruinas del
espejismo, allí donde fructifican, cobran forma y color imaginales, por primera
vez, las temibles sombras.
Aquellos oscuros impulsos
que antaño nos trajeron la compulsión al olvido y la inconsciente negrura son
entonces compañeros y testigos en nuestro solitario camino hacia la cifra de
nuestro destino, al fin, revelada. Surge así un espacio interior, pleno de
belleza y colorido, capaz de fascinar al alma, en el que aparearse con atenta intención
de unidad, como pertinente dote y testigo. Fertilidad creadora, equilibrio de
contrarios. Cuando se entiende bien, nada tan cosmológico como lo sexual. Por
desgracia, para la gran mayoría, la memorización, el estudio, la lectura, la
escritura, la reflexión, la comprensión y la contemplación, son previos al ansiado
coito sagrado.
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