“Invisible a
los sentidos
es la
certeza del corazón.”
(Rumi)
La
sensibilidad espiritual del corazón humano está implícita hasta en el
pusilánime. No importa lo mezquina que sea tu alma. Se le ha reservado un
tiempo y un espacio para llevar a cabo su misión. Cada uno de nosotros esconde
un misterio. Es nuestra tarea el conseguir desvelar su esencia, más allá de las
máscaras, y realizarlo. Alcanzar así la Sabiduría que nos desnuda y alcanza.
Nuestro
corazón, como el núcleo de la palmera, es cambiante. Su ductilidad le permite
girar sobre sí, fluctuar, agitarse, transformarse. Pero ese mismo afán
transformador conlleva su potencial de serenarse, de cambiar hacia el sosiego,
de abandonarse a la paz en la comprensión del cambio perpetuo del mundo:
Shekinah.
Alma
sórdida, conmuévete, para que tu corazón sea devuelto, volcado y revolcado
hasta su total transmutación, en un día sin término, allí donde todas las cosas
hablan y, tornándose vivas, se transforman en un umbral del ámbito espiritual.
No hay mejor espera que la de la confianza.
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