"Y no habrá más diluvios (al menos de aguas)
para destruir la carne. He dicho."
(Génesis 9, 15)
"VI VI VI es el valor romano para 6 6 6.com"
(Beato de Liébana, Comentarios al Apocalipsis)
Cuando los seres sub-humanos descubrieron que no había “nada” por encima de
ellos, capaz de responsabilizarlos por su conducta (pensamientos y –sobre todo-
las palabras y actos que de ellos se derivan) se dijeron así mismos, en un
arrebato de júbilo: “¡Esto es Jauja! El primero… capador.” O lo que es lo
mismo: “El primero crea la Ley… y con ello, el modo y la manera de hacer
trampas que más le convenga y que menos se vea”. Nació así Occidente. El mito
del hombre-lobo para el hombre-oveja, había pasado del mundo de la emanación
sub-humana al reino de la cantidad.
Poco han tardado de convertirse aquel polvo desacralizado en pestilente
lodo. El inconfundible hedor del paraíso se respira por doquier, tanto es así,
que ya nos hemos acostumbrado. Nada tan normal como el propio interés y la
necesidad de hacer coincidir al bien común con aquel. En caso de discrepancia,
mejor que se fastidie el segundo… “por mi bien.” Así nos han vendido la moto de
los ajustes y reformas necesarias, desde el profundo axioma económico de “Quien
parte y reparte…” El primero –Princeps- ¡capador! Esto es, con autoridad suficiente
para diseñar el sistema de cómo se llega a príncipe y, por supuesto, cómo NO. Y sobre todo,
proteger “manu militari”, cueste lo que cueste, que no se desvirtúe el
tinglado. Así fue como nació el próspero negocio del complejo
industrial-militar desde Caín. Discreto, pero eficiente, siempre reforzado al amparo de la sombra. Esperando
cualquier luz roja de alarma: cambiar lo que haga falta y sea necesario–incluso ejecuciones
extrajudiciales- para que todo siga “como debe ser”, como “interesa a DIOS”.
Las reglas bajo las que en modo alguno se puede dejar de jugar el obligatorio juego. La “divina”
tragicomedia.
Tanto el colapso de la Unión Soviética ¿? como la consecución tecnológica
de una Internet de alta velocidad –hoy cotidiana- supusieron una interesante singularidad.
Una intensa luz roja. Desde ese momento quedaron para siempre vinculadas degradación y
rentabilidad bajo eufemismos como deslocalización, globalización. Así, cuantos
menos ingresos se concentren en la base –intentan ahora descubrir cuál es ese
mínimo posible (aún no lo saben)- “más” será lo que fluirá a la cumbre.
Milagros de las TIC (complejo industrial-militar). Lo innecesario –humans included-
sencillamente sobra. Se matará a lo que no se muera por sí solo. Sobran fórmulas
para hacerlo (complejo industrial-militar). Sólo hay un salvavidas: ¡consumir!,
aunque sea como enfermo solvente. En río ha de fluir esta vez hacia las
cumbres. No hay otra.
Desde que sabemos que Dios no existe, quién tiene las armas “puede” hacer
las veces. Será un dios bien humano quien lidere el NUDO: nuevo universal diluvio
obligatorio, con tal de encontrar algún Noé suficientemente dócil, capaz de
proteger a las especies y los suyos. El arco iris está próximo, pero no llegará
antes de que se desencadene una brutal tormenta. Estamos oyendo el susurro
lejano del trueno y apenas se vislumbra algún que otro sutil y tímido resplandor.
La tortura precede siempre al pacto. Un pacto bajo el miedo siempre sale
rentable a quien tiene la capacidad divina de torturar. ¿Quién pedirá
entonces responsabilidades a Dios? Ahora sí que vamos a saber hasta donde llega el
verdadero terrorismo divino. Adonay Shebaot es ahora (y siempre) el nombre del complejo
industrial-militar, deseando salir de las sombras y entrar en acción: eso sí,
bajo las bendiciones de la “Patriot Act”, al servicio de la única causa divina
posible. Primero el diluvio. Luego hablamos: “Non sine solis iris”.
No habrá paz en la tierra, hasta que se haya primero garantizado la gloria
en las cumbres. ¿Alguna contra-oferta? Si quieren ver el Arco, no bastarán ya los
paraguas… ¡preparen el Arca!, que desde el cielo tienen preparados “los arcos”…
Internet y las TIC’s afines estuvieron, están y estarán (los satélites no se
mojan) al servicio de la Bestia. Y ya casi nadie puede comprar ni vender –ni siquiera
este humilde bloguero- sin ellas. ¿Reconocen el logotipo? ¿La marca? Ya viene
Adonay Shebaot… lo anuncian las trompetas. ¿Alguien creé que se trata de una
broma? Dios siempre gana sus guerras (y -se equivocó Montiesquieu-ya tiene a sus tribunales bien comprados).
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