“La
era unipolar norteamericana,
en
realidad no duró más que la década de los noventa.”
(Parag
Khanna)
“Europa
aún no se da cuenta de hasta qué punto
ha
perdido importancia a los ojos del mundo.”
(Kishore
Mahbubani)
“¿Qué
más da que un gato sea blanco o negro?
Lo
importante es ¡que cace ratones!”
(Deng
Xiaoping)
En el
mundo multipolar post 2012, China ocupará la hegemonía económica mundial,
seguida de la India. Estados Unidos sobrellevará los estertores de una indigna
tercera posición como emperador depuesto, seguida de unos pujantes Brasil y
México. Esta situación económica no será posible sin un declive del marco “religioso
actual”. El colapso del “Homo albus” y el ocaso de sus dioses resulta no ya imparable
sino a todas luces más que evidente.
La
iglesia católica, cansada, anticuada y, sobre todo, triste, como aquel joven rico
que desdeñó unirse a la comunidad de Jesús, atrapada por la burocracia, se
aferra al veneno del bienestar, a la pomposidad de “eventos” que no alcanzan la
categoría de liturgias. La piedra está seca, muerta. Su gangrena se extiende imparable
sobre una Europa sierva sentenciada a desaparecer y corromperse junto al
féretro de su ama. En un horizonte laico, los
restos de ambas ya no encontraron al fin ni un centímetro cúbico de tierra medianamente santa sobre las que descansar.
En
pleno desorden mundial, asistimos al despedazamiento del imperio que fue
español, portugués, francés, británico y a la postre norteamericano. Cinco
siglos de ignominia tocan a su fin. El sol que muere en occidente, sigue su
curso natural y se alza victorioso en oriente. Del imperio, como ocurre
siempre, sólo quedará recuerdo en las lenguas. Aún recordamos el “romano” Deus
manet, mundus volvitur.
Hay
algo nuevo en todo esto. A la “alta finanza” ha dejado de parecerle rentable
eso de invertir en grandes guerras. ¿Dónde estará el nuevo negocio? Donde
siempre: una nueva tecno-religión global. Aún recordamos el “anglosajón” last,
but not least. Me temo que la gerontocracia planetaria se doblegará, una vez
más, bajo el peso de los dogmas presupuestarios del IV Reich y a ritmo de la
danza de Kali sobre la delicada tela de la “araña” global. ¿Cómo se dirá veni,
vidi, vicit en mandarín?
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