“Si no hay actos en la tierra,
no los escribirá el Eterno desde
arriba.”
(Yamil Al-Mansur Haddad)
“Sin más, el Eterno anula o
confirma
a Voluntad lo que quiere.”
(Qurân 13, 39)
Más allá de nuestras ínfulas,
pretensiones y ridiculeces, la existencia simplemente ocurre. Nos ocurre. La
disolución de la materia, su irrevocable muerte, sólo anuncia la enésima de sus
transformaciones. Este devenir es utilizado como excusa para justificar la
propia inmoralidad, la arrogancia y el fatalismo, ante tal ausencia de
libertad. Sin embargo el ser humano no puede desligarse de su condición de
constructor de su propio destino. Simplemente ocurre. Su acción representa su
modo de estar en el mundo. Esconde así una voluntad más grande que su propia
voluntad. ¿Cómo encontrarla, aquí y ahora?
Eliminar la hipocresía y el
disimulo de forma completa, actuar con sinceridad y sin miedo a la verdad, no
es algo que todos deseen llevar a cabo. Presos de las trampas del yo, atrapados
en la auto indulgencia, en el calor de las propias concesiones, en los
múltiples recovecos del irredento egoísmo, dejamos que nuestras vidas se
malogren. Es nuestro actuar un activo dejar de actuar. Así tienen que ser las
cosas. Así son, porque así tienen que ser. Hasta el hipócrita, sin saberlo,
actúa de acuerdo con la realidad y la verdad. A un mismo tiempo, resulta
posible esforzarse en aceptar y transformar lo real.
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