domingo, 3 de junio de 2012

Cantos de Sirena


“¡Nunca te abandonaremos!”
(Juramento en Logia, REAA)

“Levanto mis ojos a los montes…
¿De dónde me vendrá el auxilio?”
(Salmo 120)

“¡Toma el dinero y corre…!”
(Allan Stewart Königsberg)




No importa los siglos transcurridos, cada autor ofrece del mejor modo que sabe la información precisa para entender su obra. No pretendo ser una excepción, por más que entre los míos, aquellos que presumen de apreciarme sin dobleces, esté de moda subestimarme y despreciar mis mínimas dotes intelectuales. Así debe ser, Lao Tsé dixit.

Mi necesario eclipse temporal, allende al ostracismo y destierro actuales, no desaparecerá si bien no recupera antes su crucial prestigio y significancia el humilde arte de la –ahora tan estratégicamente denostada- Retórica. Toda vez que supe ganarme los garbanzos al mostrar el poder de la palabra a otros, mi vanidad se sentiría complacida al ser recordado como un honesto aprendiz de retor, de principios del último siglo del último milenio (d.e.c.), que no supo siquiera imitar la oblicua discreción de sus nobles predecesores clásicos: ¡todo un bocazas!, vamos.

Si bien no quiero negar que me fui de la lengua, traté al menos de ocultar lo esencial de mi pensamiento en detalles nimios y descuidados, en algunas imágenes absurdas, en apariencia arbitrarias, tan insignificantes y laterales al texto principal que –seguro- pasaron siempre inadvertidas para la casi totalidad de mis exiguos lectores. Los más generosos quizá me elevarán a la categoría de curiosa anécdota.

Empecé psicólogo. Llegué –a mi torpe pesar- a teólogo. Y recibí la gracia de regresar filósofo. Tal y como debe ser. Mi propósito siempre fue el de conducir a iniciados potenciales a su completa autorrealización espiritual, liberándolos de los encantamientos que obstruyen el esfuerzo iniciático, así como impedir el acceso de todos aquellos que no son adecuados para lograrlo, aunque se disfracen de lo contrario. Una especie de peculiar seleccionador de recursos espirituales: los Aristos.

Quien así lo ha podido comprobar por sí mismo, sabe de primera mano, en carne y alma propias, que existe una tremenda desproporción entre aquella búsqueda intransigente de la verdad y su retribución social. Bien conoce la psicodinámica de grupos que no todas las verdades son inocuas. Algunas, incluso, pueden hasta resultar gravemente peligrosas, sobre todo para aquel que, no contento con disfrutarlas para sí mismo, en la más completa intimidad, además se jacta impúdico de exhibirlas, con la excusa de compartirlas: Vanitas…

La mejor forma de boicotear la permanente conjura de los necios que se obstinan en someter al Pensamiento Libre ha sido siempre, lo creas o no, la Retórica. Sólo ella garantiza la cautela y sobriedad comunicativas, con la discreción necesaria.

En ese retórico afán, con la cabeza bien alta, maltrecho empero el corazón y la cordura, siguiendo la pertinente recomendación de mi cara ahijada Clavis, emprendí en diciembre de 2010 la aventura de un Blog, efímero papiro de las postrimerías, que dejara una fehaciente constancia de mis muchos tropiezos y extravíos varios, toda vez que mi fracaso aún, valga la comparación y salvando las distancias, fue más estrepitoso que el del buen Paracelso. Quizá por eso el daimon no me puso traba alguna para titularlo, en homenaje a mi admirado Ulises de Ítaca, Cantos de Sirena.

Para esta tercera edición, he optado por emplear un plan distinto al de las anteriores, articulando en ejes temáticos las distintas reflexiones de cada post, con independencia de su aparición cronológica, para mejor contribuir a su coherencia comprensiva, en siete áreas temáticas:
  1. TRAICIÓN Y TRADICIÓN UNÁNIME
  2. TIEMPO SAGRADO Y DESTIEMPO PROFANO
  3. EL OSCURO PRURITO DE "JUGAR A RITOS"
  4. RECURSIVIDAD E INDISCRETOS SECRETOS
  5. ¡ATENTI AL LUPO!
  6. DE LAPIS PHILOSOPAE ET AURUM POTABILES
  7. EXÉGESIS MALDITA, HERMENEÚTICA IMPOSIBLE

Sirva la pequeña licencia autobiográfica perpetrada en este prólogo como último testamento de vanidad. Que disfruten esta nueva 3ª edición. Lo crean o no lo crean, el verdadero placer ha sido mío.

(Nuevo prólogo de “Cantos de Sirena: Pormenores y vicisitudes en la vía iniciática”, Bloody Jubilee, 2012.)


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