Siempre me han llamado la
atención las proximidades fonéticas que se dan, en las distintas lenguas
planetarias, entre determinados vocablos, como si esa proximidad hubiera de
repercutir, de un modo misterioso, en una suerte de conexión de significancia
no evidente. Dos ejemplos para una misma palabra:
1) Sun / son (sol e hijo,
en inglés); 2) Sol / sólo (en español).
El Sol es la estrella
madre de nuestra Tierra. Como una suerte de Nilo generoso, se desborda sobre
nosotros y nos fecunda de vida con una periodicidad endecacíclica, más o menos
cada once años, “rociándonos” con algo más que no explicita la sencilla fórmula
“luz y calor”:
·
Fotones. Latencia (f): 8 minutos
·
Partículas de alta energía. Latencia (ae):
53 minutos· Tormentas electro-magnéticas y Plasma solar (gas ionizado): Latencia (em/p): ¾ días
El sacerdocio católico
descubre en el “seminario” que la extremaunción se sitúa en un lapso de tiempo
sagrado: “Por mor de morir en paz, nadie quiere llevarse sus secretos a la
tumba… y ¡todos acaban cantando!”
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