"El lenguaje político está diseñado
para que las mentiras parezcan verdades,
el asesinato una acción noble
y el viento algo consistente"
(Eric Arthur Blair, 1945)
"En esta época de desasosiego y pobreza,
apostar por decir la verdad es el acto revolucionario
y querer ver lo que tenemos delante de los ojos
requiere de un esfuerzo de honestidad constante."
(Félix Rodrigo Mora, 2012)
Todas las sociedades, orientales u occidentales,
saben que el único modo de poder sobrevivir es tener a sus respectivas poblaciones
engañadas mediante un hábil truco: la hipnosis social[1].
A través de estructuras que se amparan en criterios arbitrarios de reparto de
poder, pero se sustentan bajo el subterfugio de tan grandes como ficticios
principios “éticos”, mantienen el orden, esto es, perpetúan cómodamente y a conveniencia los distintos sistemas de dominación.
La gran habilidad de las escuelas esotéricas siempre
ha consistido en desvelar el “truco social” a ciertos sujetos y que estos
mantuvieran –a cambio- el juego, como si nada hubiera ocurrido. Esto es, crear
una legión de grandes sujetos éticos (ordenados) sin la necesidad de sostener ningún tipo de infierno,
purgatorio, institución penitenciaria o subterfugio kármico: esos son los
verdaderos "maestros a sueldo”.
Como señaló George
Orwell[2],
todos los sistemas necesitan de enemigos (amigos) que les ayuden a “recortar”
el pastel poblacional cuando este adquiere un tamaño un tanto desmesurado: la
guerra entonces, está servida a conveniencia de ambas partes, que alimentarán
odios y miedos ancestrales al “enemigo” (amigo) para con ello ir tirando unas décadas
más.
¿Pero quién está detrás de toda esta
macro-operación? Existe alguna entidad pre-hipnotizadora escondida tras el
hipnotizador social de cada macro-territorio, que perversamente disfruta de la “Alianza
de Civilizaciones para mantener esas Guerras Periódicas mutuamente rentables”
para ambas partes. ¿Quién se halla tras esta suerte de macro-timo cósmico?
Ha llegado la hora de disipar la niebla. Ese el
objetivo que persigue esta obra. Desenmascarar al artífice de la upâya[3],
de la estrategia general que mueve el mundo desde dentro de nosotros mismos,
que dirige el guión de pastores, lobos y ovejas, que mantiene el artificio y el
engaño, generación tras generación. Quién más se divierte con todo esto. Vamos
a ponerle un nombre, aunque sea provisional. Vamos a referirnos a “ello”, ya
que no es humano, aunque sí inteligente, con una etiqueta cortés, protocolaria, que lo traiga a la luz y lo otorgue
existencia: “el huésped”.
[1] El término
pertenece a Allan Watts, El Gran
Juego, Kairós, 1993
[2] Pseudónimo
del periodista Eric Arthur Blair, que escribió 1984 (en 1949) y Rebelión en la
Granja (cuatro años antes).
[3] Término
sánscrito que significa “treta”, “medio hábil” para conseguir un fin… como el “trick
o treat” de Halloween para hacerse con un gran botín de dulces y golosinas.
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