"No es personal, Tom,
sólo son negocios."
(Michael Corleone)
"Pero eso sí los sicarios nunca pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice las premisas mínimas
que faciliten el crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz,
de Este a Oeste y de Sur a Norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
el brutal e inhumano ajuste que requiere
el equilibrio presupuestario de amor y paz."
(Serrat tuneado, Algo personal)
Lo que más
desconcierta al escéptico de turno e inquieta al buscador sincero es el descaro en la multiplicidad de
métodos y la proliferación de tradiciones espirituales, el batiburrilo de herramientas, ritos, ejercicios,
prácticas y técnicas. ¿Cuál es la más verdadera? ¿Cómo elegir entre tantos textos y
doctrinas tan contradictorias? ¿Cuál es la práctica más rápida y efectiva, la que está de moda, la
que mejor funciona?
Sólo lo vamos a
decir una vez: el sabio es capaz por sí mismo de hacer funcionar cualquier
herramienta: hasta una reseca vara desprovista de vida puede llegar a florecer.
Sin el sabio (sin “la sabia” de árbol), solo queda el reseco ramaje ya inerte, herramientas
muertas, simulacro de rito. Mera devoción impostada. Reliquias incapaces ya de obrar milagros. Decorados.
Patéticos santos desnudos que parecen prótesis y budas de bar, tan repintados y
desconchados como sobre apolillados. Retablos carcomidos de anticuario y resquebrajadas
fachadas. Máscaras de coleccionista. Altares muertos, sepulcros blanqueados de
aglomerado contrachapado. Letra muerta en biblias y constituciones. Religiones
y burocráticas obediencias. Profanos de sotana y mandil. Chamanes y blogueros de
escenario. Estéril laicidad. Pompa vaticana. Negocio.
¿Cuántos
buscadores sinceros han sido extraviados por estos “secos” imitadores, propietarios
de la verdadera doctrina correcta? Innumerables. Un verdadero sabio jamás se
atará a ninguna forma tradicional. Permanece arraigado a la Fuente de la Vida, cuyas prodigiosas
aguas son capaces de modelarse a no importa qué cauce, dispuestas a llenar
cualquier recipiente estanco, sin importar su forma. En ellas reside la verdadera
capacidad de saciar la Sed: la operatividad.
Repetir,
imitar, mantener puro el reseco simulacro de lo ritual, aparentar por fuerza
del uso y la costumbre no sirve de nada. Es como llevarse a la boca un cáliz de
oro vacío, autentificado como santo grial. La Sed sigue intacta. Intacta. Si el
manantial surte, una simple mano ahuecada, una sola palabra bastará para sentir
en nuestro ser el abrazo reparador de Hygieia.
Mira el
paisaje. No importa cuan alejado se encuentre. Allí donde se agrupa la vida y
prospera, hay agua. Hay agua. Hay agua. No se puede ocultar. Sin agua, todo muere: personas, civilizaciones, razas y especies enteras. Grifos resecos, cisternas agrietadas, aljibes cegados que un día rebosaron y sobre los que hoy se acumula el polvo, o, lo que es peor, mortíferos mikvés de agua estancada... con la inscripción SALVS PER AQVAM en grandes letras doradas.
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