“Por mucho que busques,
no podrás encontrar al
Amado
hasta que Él te
encuentre:
hasta ese momento… no
te rindas,
¡Y SIGUE BUSCANDO!”
(Rumi)
Todo viaje supone, en cierto
sentido transicional, una alteración de las condiciones previas de las que
partimos. La labor del estratega o tour
operateur es la minimizar, hasta donde sea posible, las consecuencias ingratas
características de dicha alteración, para lo cual suele ser necesario el plantearse
por adelantado la mejor ruta a seguir entre origen y destino, desde el confortable
examen del mapa antes de la partida, y los servicios de un guía instruido sobre
los avatares del ignoto territorio. Cabe entonces entender en él un
desplazamiento interior “real” y otro desplazamiento exterior “metafórico”, ya
que lo esencial de un viaje siempre es la auto transformación que “pese a
nosotros” tiene lugar.
La inercia a postergar la partida
siempre encubre nuestra cobardía a abandonar lo confortable, por ya conocido,
frente a la incomodidad que presumimos al cambio ignoto. Nadie quiere ser el
primero en abandonar el lastre de su historia, de su casa, de su la soberanía territorial,
de su hegemonía, de su estatus comunitario, de sus trienios, de sus privilegios ganados a pulso, sangre, sudor y lágrimas, a cambio de tener
que enfrentarse a la incertidumbre de un nuevo hogar, por acogedor que éste se las
prometa: Más nos vale lo malo conocido… Pero resistirse a partir, apostar por
el last minute - low cost supone las
más de las veces optar por una prisa y brusquedad sumamente ingratas, tan netamente desestabilizadoras.
Los países han decidido esto
último, optando por confiar en la guía last minute – low cost de las finanzas
BRICS (ladrillo) como garantes de la transición. “Claso elol, tovarich”. Un
crucero de placer por el viejo Mediterráneo, ya tan navegado, requiere
seleccionar escrupulosamente una compañía Salik-al-Haq sin reparar gastos. La miopía del ahorro frente a la comodidad,
sale tan cara… Y es que ya casi no quedan viajeros, especie en peligro de
extinción, ante la brutal avalancha de turistas “de paso”. Abróchense los
cinturones, les habla el comandante del Central European Back, vamos a despegar…
el aterrizaje es imprevisible, pero ya les iremos contando las turbulencias
sobre la marcha. ¡Demasiado tarde para desembarcar!
Quizá hubiera sido mejor confiar
en un “pastor de gacelas”. Encontrarás el lugar de reunión sólo si te dejas
llevar por el silencio del desierto. Y aprovecha cada oasis, para mirarte el
Alma, viajero. Allí nos encontraremos. Hasta siempre.
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