“Sólo quien es
consciente del precioso valor
de su energía vital y
de su tiempo
puede ser llamado hijo
del instante,
pues así honra a su
madre y a su padre.”
(Ibn Arabí)
“Sólo quienes
investigan con honestidad el pasado
pueden re-descubrir el verdadero
futuro.”
(Julius Robert Oppenheimer)
Con tu anhelo firmemente establecido en tu corazón, emprendes hoy un camino
que te conduce a materializarlo. No te dejes engañar por las palabras. Quién,
como tú, se haya verdaderamente interesado por el fundamento metafísico de lo
real, conoce el tremendo poder distractor del lenguaje y su límite. No es
posible transmitir con palabras la ubicación de ese centro que, hasta ser
admitido en él, deberás circunvalar en devoto peregrinaje, ni describir con
precisión el método que te permitirá consumar tu propio ser, alcanzar la
consciencia de la Verdad, despertar de la ilusión que te mantiene ahora
encarcelado y abrir tus ojos a la mirada trascendente. Es el habla quien te
ahora te atrapa.
Sólo quien trasciende el encantamiento de la dicotomía aparente de lo
material –trazos negros sobre fondo blanco, cárcel en filigranas de tinta- es
capaz así de adentrarse al secreto universo que se esconde en este preciso instante entre líneas,
aprehender lo inefable y leer la eternidad.
La tóxica prisa y la hiperestimulación que ahora envenenan tu consciencia
han sido diseñadas con maestría para capturar y distraer el valioso tesoro de tu
atención e impedirte sentir la cualidad del tiempo, tarea infinitamente más
sutil que la de observar su mero transcurso. Para desarticular la fuerza de tu
anhelo, nada más útil que desconectarte del tiempo. Justo lo contrario de lo
que ahora mismo pretendes, a contracorriente, a salvo de “marcas espirituales” y
obediencias. Te debes únicamente a tu anhelo de ser libre.
Sabrás que tu centro vital se debilita, toda vez que tu alma reclame
retornar al sentido, a la esencia, a lo que espera de ti el Eterno. Caminas al
borde del abismo del olvido. Si vas en serio en esta empresa de alcanzar tu
anhelo, no lo olvides. No lo olvides nunca.