miércoles, 31 de julio de 2013

Corazonada

“Lo bueno es malo, lo malo bueno.”
(Brujas de Macbeth)

 “Ten por seguro que nunca será como lo esperas.”
(Zenón de Elea)
 
 
 
 
Una vez que conocemos a nuestro yo dominante (aquel que nos domina) crecemos (le dominamos) mediante un pulso interior que nos lleva de la confusión a la claridad, y del miedo al atrevimiento vital, siempre que decidamos osar actuar de manera consciente. Hay en el autoconocimiento un imperativo categórico. No basta con atravesar, indemnes, el condicionamiento educativo, intercambiar espacios y culturas, saber los pormenores íntimos de nuestro admirados héroes. Es necesario tomar el timón de la propia vida.
 

Humanizarse, crecer más y más en lo humano, tiene muy poco o nada que ver con la industria editorial de la autoayuda o la fidelidad a blogs como éste. Tiene que ver sobre todo con destilar felicidad y compartirla de un modo incondicional. Una amable expectativa que nos reta a disfrutar del resto de nuestra vida, mejorando siempre en el actuar, mejorando en renunciar, aprendiendo, primero a aprender y luego a enseñar. Sin más recursos que una vida por vivir con valor, por cumplir como es debido.
 


 

 

Lector atento

“Hay que saltar del corazón al mundo,
Hay que construir un poco de infinito
para el ser humano.”
(Vicente Huidobro)

 
“Toda vida es un intento arriesgado
que puede dar al traste prematuramente.”
(Carl Gustav Jung)

 




 
La vida carece de sentido, toda vez que no le proporcionas uno estimulante. Dicho sentido requiere de tres movimientos: conocernos desde dentro; saber cuáles son nuestros mejores dones e involucrarse con la vida, mientras nos quede tiempo. Responder a la llamada heroica que todos recibimos, nutre de manera irreparable nuestra alma. Cada pequeña acción, cada proyecto cotidiano tiene algo de sacramento, en la medida en que somos conscientes cómo se dispara la gracia en nosotros, alumbra nuestros innatos tesoros y renueva cada latido.

No hay virtud en la soledad involuntaria de quien se ignora divinidad y renuncia a la curiosidad de saber hacia dónde le llevarían sus alas. El futuro es una dirección irrenunciable del alma, la ambición de sonreír, al llegar por fin, a casa tras la peripecia. Mientras tanto…


 
 

domingo, 28 de julio de 2013

Vital posibilidad

“Desprovistas de su rutina,
las personas tienden a volverse ansiosas.”
(Sandor Ferenczi)

“Tu energía psíquica de hoy
será la que dé forma al futuro.”
(Abraham Maslow)




De cuando en cuando, aparecen minorías creativas que, cansadas de las mismas rutinas e insatisfechas con las situación actual, buscan unirse a personas afines, con objetivos y valores comunes y forman un grupo en el que concentrar sus energías, información y habilidades para buscar alternativas funcionales de cambio, generando una sinergia de creciente complejidad que cuestione las bases de la lealtad cívica, las maneras de los privilegiados y desafíe el status quo .

Dichos grupos deben ser lo suficientemente pequeños como para pasar desapercibidos y no resultar peligrosos, permitir una intensa interacción personal en la que todos actúen de manera voluntaria y contribuyan al objetivo común con lo mejor de sí mismos. Ello no es posible sin 1) captar recursos y convivir con otros grupos en el exterior, y 2) administrar recursos y funciones en el interior, 3) desarrollando y manteniendo una identidad de propósito y sentido común.

Cada célula comienza por un mínimo de tres individuos que sean capaces de realimentarse mutuamente y crecer desde su cooperación. Dicha cooperación se materializará en reuniones conjuntas en las que la información fluye, donde cada uno sabe claramente qué tiene que hacer y lo hace, en un espacio de armonía capaz de trocar egoísmo ciego en lúcido altruismo.

Cuatro axiomas espirituales bastan como programa ético: 1) Aquello que dañas, te daña; 2) actúa desde tu propio conocimiento y experiencia; 2) eres responsable de tus pensamientos, deseos y actos y 4) constrúyete hasta alcanzar la mejor versión de ti misma, de ti mismo; sé aquello que estás llamado a ser. Allende genes y memes, tales axiomas quizá no te garantizan la vida eterna, pero contribuirán a hacer de tu entorno próximo un lugar más consciente, esto es, más humano. ¿Te apuntas? ¡Busca a otros dos y poneos a trabajar juntos en común unidad!



Sine vera ecclesia

“Mejórate a ti mismo
y habrá un granuja menos en el mundo.”
(Thomas Carlyle)

“Empeñados en ser valiosos a nuestro prójimo,
basta con iniciarse en la larga y solitaria empresa
de perfeccionarnos a nosotros mismos.”
(Robertson Davies)




Prisioneros del espejismo de un desarrollo y progreso infinitos, solemos imaginarnos el futuro viviendo entre mágicos y sofisticados electrodomésticos que nos hagan la vida más fácil, en lugar de conviviendo en una comunidad de seres humanos mejores. Y en la cómoda espera de ese futuro tecnológico pluscuamperfecto, no conformamos en sobrevivir zombificados en una compulsión de consumo ostentoso, espiritualmente atolondrados y atrofiados en nuestro propio ensimismamiento alimentario, productivo, reproductivo y restaurativo, vegetando en manzanas de colmenas urbanas, salpicadas de iglesias y bares donde encontrar algún consuelo espiritual al absurdo vital asumido y un cómodo simulacro de comunidad.


Encorsetada, esclerotizada, abandonada a sí misma, entregada a una inercia avariciosa y explotadora que socava los fundamentos de su propia humanidad, ahora que es más necesario que nunca, nuestra sociedad se resiste a evolucionar y crecer hacia algo mejor. Nadie quiere abandonar sus objetivos e intereses personales en aras al bien común. Desde la conformidad, hemos aceptado la intromisión del caos que nos mantiene aislados, hemos cedido a las fuerzas de la disolución. Bastará de nuevo con que una pequeña minoría creativa de individuos auto-mejorados vuelva a organizarse y comulgar en secreto, semillas de eternidad de las que brotan imperios y los mantienen mientras no olvidan. La élite comienza siempre desde lo más bajo. Sólo desde el abismo del alma se comprende que “sine vera ecclesia, nulla salus est”.




jueves, 11 de julio de 2013

Lámparas sagradas

“Sin abejas, a la entera humanidad le quedaría
únicamente unos cuatro años de vida.”
(Albert Einstein)





La abejas de Delfos habían destilado el néctar de su secreto trabajo. Tras ungir los labios con una infusión de melisa e hidromiel, recostados sobre el abaton, el suave susurro de los terapeutas, el crepitar de las solanáceas en el incensario y el lento y viscoso reptar de las grandes serpientes amarillas nos invitaban suavemente a penetrar en el revelador trance onírico. Tras aquella puerta, aguardaba la acogedora tierra de nuestros antepasados, verdadera “patria” celeste. Pocas experiencias tan dulces y trasparentes como la del volver de nuevo a lo eterno, como la de abandonarse al resplandor de las lámparas sagradas y regresar en la noche a casa.



Cuenta nueva

“Es el coraje del héroe
lo que remueve obstáculos imposibles.”
(Terence McKenna)

“¡Sí se puede!”
(Desencantados indignados)





El cuestionamiento de la creencia obligatoria así como de la costumbre de mundanizar lo ulterior y limitar lo ilimitado, deja al alma, desprovista de certezas y en la zozobra de quien cuestiona su fundamento esencial, sumida en la noche más oscura. La ausencia de rumbo interpela la docilidad ante un timón supremo al que se confía, en intimidad, el pormenor de la propia vida, sin caer en el error tribal de confundir conciencia y conveniencia.

Cara a cara ante el Creador, la creatura realiza y desvela su propio enigma, en una búsqueda incesante, arrollada por la eficacia de un secreto impulso que la desborda. Es la experiencia de la aniquilación suprema, la que contrarresta la usurpación de cualquier organizada idolatría. Quien siente en sí y sobre sí esta fuerza primordial anterior a todos los conflictos, esta hondura previa a la de todos los abismos, quien es deslumbrado por la fértil luminosidad de la tiniebla, abarca en su abrazo los entresijos de la muerte.

Nada puede sustituir este vínculo directo entre creatura y Creador. Por más que pretendan los soberbios gestores de imperios que administran los premios y castigos del rebaño, nada puede ser más sagrado ni, para quien sabe, puede haber peor traición: “Lej lejá.”



martes, 9 de julio de 2013

Mantis

“Inalcanzable para el débil, temible para el pusilánime,
prometedor para el héroe, muchos son los nombres del destino.”
(Virgilio)

“No se entretiene en juzgar el pasado
quien se ocupa en diseñar y construir el futuro.”
(Friedrich Nietzsche, Aurora)





Paradojas del arte falsario, en nuestros días presumimos más de conocer las cosas futuras que, irreconocibles tras la pericia del amaño histórico, las pasadas. Las que de todo punto han de permanecer ocultas, gracias al imperio de la distracción y el entretenimiento ovinos, son las presentes. Que nunca han gustado, ni el lobo ni el carnicero que contrata al pastor, desvelar ni el tiempo ni el modo en que harán efectivos sus intereses, cobrando al rebaño la justa deuda de su apacentamiento y manutención. ¡Qué tiempos aquellos en los que la profecía respondía a la nostalgia de un conocimiento, no del porvenir, sino del designio de Dios!

Ahora que el orden tecnocrático nos mantiene alejados del sagrado sistema operativo e interfiere toda posible conexión ajena a sus intereses pecuniarios, el furor mántico quedó reducido a la sorda reclamación del consumidor por el descontento del servicio. Quedaron bien desfasados los trances y éxtasis oraculares, los delirios proféticos y la onírica premonitoria de antaño, por los servicios de telefonía y televisión inmediata de los pintorescos nabí de nuestros días, tan populares y famosos como ridiculizados. La prospectiva científica, por su parte, está mucho menos pendiente de los riesgos planetarios que de volcar su cuantificable saber profético en detectar las tecnologías emergentes que habrán de garantizar a las potencias imperiales su hegemonía económica por la buenas o, llegado el caso, diseñar el futuro a golpe de drones y primaveras, por las malas.

Ahora que sabemos que las democracias afines al régimen no se improvisan, los future issues y el foresight se han convertido en un asunto de elevado interés estratégico legal y profesional. Hoy, como ayer, los futuros no ya posibles sino preferibles están manos del control de la divina aunque menos caprichosa probabilidad. Como ocurre en el póquer,  los codiciados comodines, también llamadas cartas salvajes (wildcards), siendo altamente improbables, tienen un impacto decisivo el la buena marcha financiera de la partida. Sólo los mejores jugadores tienen preparada el alma para afrontar heroicamente los vaivenes de incertidumbres y riesgos. Hoy como ayer, tienes el deber de salir del útero protector que ahora te sirve de carcasa y dar respuesta a la misma eterna y crucial pregunta: “¿Qué espera de mí el futuro?”




Prognosis

“Como el lituus encarcela a los treinta dioses,
así muestra el jecur los secretos designios del cielo.”
(Aule Lecu)




Pese al esfuerzo de la historiografía oficial por mantener este suceso despreciado en el más absoluto de los silencios, 186 años antes de la era común, un maestro arúspice griego, desconocido e itinerante, introdujo en Etruria la práctica secreta de ciertos ritos nocturnos que buscaban, con idéntica clandestinidad que en nuestros días, poner en peligro los intereses de la aristocracia. De su oscura escuela provienen nombres tan prestigiosos en el arte prospectivo como los de Aristón de Tesalia, Cleofonte de Corinto, Dionisio de Cartago, Nicias de Caristo, Polícrates de Tasos o Timóxeno de Corcira. ¿Qué saberes ocultan pronósticos, augurios y oráculos, capaces de poner en peligro el tremendo poder que cabe suponer a todo un Estado?




La actual simulación computacional de nuestros superordenadores, vástagos de la secreta inteligencia artificial y del diseño de sistemas expertos, pretende interrogar y aventurar, mediante modelos e indicadores, el enigma del futuro, desde motivaciones no siempre obvias. Desde el origen de los tiempos de los post-neandertales, la vida adivinatoria, sujeta siempre a las limitaciones del incierto potencial humano, presenta idénticas vicisitudes y necesidades, examinar los restos de aquello que hubo de ser sacrificado en el ara. Perdido el saber que hacía efectiva la disciplina etrusca, el “Colegio Oficial” vendido al imperio, fue incapaz de detener su caída. Ahora que somos capaces de generar hígados a medida a partir de células madre, no somos capaces de desentrañar las sombras que nos atenazan en el elocuente mapa de la sangre. Pese a conservar el lituus, sin duda el progreso mutiló a los modernos escrutadores sus preciosas alas. Al menos, ahora nos queda siempre el acicate y el consuelo de disfrutar la "segura" sorpresa y tener así garantizado, manu militari, el incierto futuro.



lunes, 8 de julio de 2013

Anagkê stênai

“Por el corazón puro se conoce la verdad,
en el corazón puro la verdad reposa.”
(Yâjñavalkya)



Durante el verano, al menos en el hemisferio norte, el periodo vacacional nos permite alterar el ritmo del frenesí cotidiano, entregándonos el don (para algunos la maldición) de tener más tiempo de saborear el tiempo y encontrar el método más apropiado de asimilar su primordial cualidad estival, sin dejarse embaucar por las apariencias.

La intensidad de la luz sobre las irisadas plumas de Uriel requiere de una lectura más sosegada, de mayor calma y atención, a riesgo de malinterpretar su crucial mensaje. Antaño, los sabios realizaban dicha lectura en alta voz, para saborear su estilo, impregnarse del vibrar rítmico entre pulsos y pausas y, sobre todo, cultivar la memoria del instante.




Leer la luz del verano, sin intención, sin dejar que interfiera ningún perverso criterio de rentabilidad funcional e instrumental de los que habitualmente nos intoxican, también es un verdadero arte. No temamos ser desilusionados por su huera frivolidad, muy al contrario, dejemos que esa previsible decepción de lo trivial sea la que nos despierte.


Toda vez que desvelamos su mensaje, cada instante transparenta su condición sagrada y nos instala en su crucial encrucijada. La ascesis de los rigores iniciáticos queda en ese mágico momento justificada y recompensada. El torpe deletreo, trocado disciplina, se torna ahora finalmente discernimiento. El mantra de su latido, al fin, el corazón entiende. 



domingo, 7 de julio de 2013

Metadatos

“Más a menudo de lo que pensamos
los contrarios trabajan juntos en connivencia
y unidad de propósito.”
(Rumi)

“¡Necesitamos un traidor!”
(Anónimo, Última cena)




Si llegáramos a tomar conciencia del modo en que nuestras presuposiciones condicionan y distorsionan el cómo percibimos la realidad, dicha realidad se vería radicalmente transformada al tiempo que la mayor parte de nuestras actuales certezas –si no todas- caerían fulminadas. El modo práctico de tomar “dicha conciencia” ha sido transmitido como el testigo en una carrera de relevo desde los orígenes de la humanidad, de generación en generación, con la pericia y cautelas necesarias para burlar la acción hostil de aquellos quienes, también de generación en generación, han concentrado todos sus esfuerzos y recursos en impedir que “dicha toma de conciencia” tenga lugar. Y aún siguen haciéndolo.


La eterna batalla se extiende entre quienes defienden y quienes cuestionan la prevalencia de un determinado estado de cosas. Los progresos realizados en un sentido, siempre suelen ir acompañados de progresos en el sentido contrario. Lo que un día resultó útil, no sólo ha perdido hoy quizá su utilidad, sino que puede llevar aparejadas consecuencias neutras e incluso totalmente contraproducentes al fin perseguido. Antaño “herejes” hoy “terroristas”, los métodos de obtención de información de inteligencia que resulte  vital a la defensa de los intereses de una y otra parte, no han variado demasiado. Tú aún no lo sabes, pero seguro que, incluso desde tu neutralidad o indiferencia, juegas en uno de los dos bandos. La paradoja es que ambos son buenos y ambos verdaderos, pero al igual que sucede con el sueño y la vigilia, no pueden darse simultáneamente. ¿O sí?



sábado, 6 de julio de 2013

Sueño letal

“En la Eternidad Todo es Visión.”
(William Blake, Ierusalem)




Debo a la razón serena el férreo rechazo de las trampas del racionalismo recalcitrante que, lejos de ser una inofensiva moda pasajera, se ha convertido en un letal lecho de Procusto, en el que ya no tienen cabida ni lo humano ni el alma. Reposo en una razón mucho más dulce, consciente de sus propios límites, enamorada de aquellos ámbitos ignotos más allá de sus fronteras. Defiendo una razón bien antigua, que sabe de las sutiles fibras que tejen el aparentemente sólido tapiz del mundo, que así conoce cómo el alma del observador construye el espejismo de lo real a su imagen y semejanza. ¿Qué importa que otros traten de destruir en vano aquello que su ceguera niega ver o que su soberbia ignorancia no entiende? Quien escruta el futuro, ha de ser necesariamente bueno. Allí donde la oración es escucha, el arte es alabanza. Siempre ha sido así. Alas que aquellos que envejecieron al ritmo de su ignorancia ni siquiera imaginan.




Abanico de cedros y azucenas

“Por imposible que éste resulte,
no hay mayor conocimiento que el de lo sublime.”
(Aristóteles)

“Alma que anda en amor,
ni cansa ni se cansa.”
(Juan de la Cruz)





La espera, que purifica la intención. Los preparativos, que anticipan el furtivo encuentro y lo recrean. El dulzor de la paciencia que se sabe desinteresada y total entrega. Doloroso placer y placentero dolor que nunca termina cuando termina. Renunciar a la voluntad de poseer y decidir en la noche fugaz. Ser regalo. Olvidar y olvidarse en el cuidado. Que un amor que es más que humano, no deja por ello de ser plenamente humano, si sabe guiarse con certeza de mapas invisibles.



viernes, 5 de julio de 2013

Dioses en la balanza

“El divino ser humano era originalmente doble.
Perdió así su perfección al ser dividido por la mitad.”
(Aristófanes)

“Ianum dicunt quasi mundi vil caeli
vel mensuum ianuam.”
(Isidoro de Sevilla, Etimologías)




Los seres humanos, al igual que les ocurre a los dioses, al contradecirse se trascienden. ¿Puede haber algo aún más elevado que aquello capaz de trascenderse a sí mismo? Quizá por ello la fría castidad de Diana necesita de su furor cinegético, los excesos dionisiacos del reposo purificador, la mesura apolínea del fértil frenesí musical, el locuaz Hermes recomienda con total vehemencia el silencio, Minerva gusta defender la paz bajo su atuendo marcial, Marte babea dócil ante los encantos cordiales de Venus, la cual, a su vez, sólo se entrega paradójica a quien, en férrea lucha y con furor heroico, verdaderamente la merece…

La dinámica tiene lugar gracias al necesario contrapunto. El error de Paris fue dejarse deslumbrar por una belleza meramente sensorial, ignorando ponderar la infinita sutileza de la majestad y la sabiduría, que no admiten posible discordia. Es así la parcialidad sesgada la que, al tiempo que termina por extraviarnos, verdaderamente nos deshumaniza. Es la pereza de la mirada sensorial la que se abandona a la defensa de intereses espurios, ignorando que sólo en la totalidad tiene posibilidad de aunar discordancias la armonía. ¿Qué clase de misericordia es la que no ama a su enemigo y deja de lado al diablo? No, ciertamente, la de un Dios.




Así, el mismo Logos cortante, que diseña el espejismo de la creación con voz vibrante, reúne como Mitos lo ficticiamente separado en el más absoluto silencio. Sin espejo, no hay reflejo que valga. Revela menos Hermes por todo lo que cuenta, que la silente Atenea por lo que tan sabiamente calla. Allí donde lo ausente resulta lo esencial y lo marginal fundamental, la razón resulta una herramienta muy peligrosa y resbaladiza en extremo. Quizá por ello los manicomios pasados, presentes y futuros rebosan de exégetas que aún no se saben (reconocen) escindidos (esquizofrénicos). No se debe buscar en la periferia su centro. Quizá también por ello Heracles no dudo al resolver la ordalía laberíntica de elegir, entre Virtus y Voluptas, tertium datur, más allá de toda loa y reconocimiento, a las dos.


Lo dicho: los dioses, al igual que les sucede a los héroes, al complicarse la vida como sólo ellos saben hacerlo, la trascienden. Los tibios perecen.




Deus mutabile

“Contradictoria coincidunt in Natura.”
(Marsilio Ficino, Theologia platónica)

“Quis hunc nostrum
chamaleonta non admiretur?”
(Pico de la Mirandola, De hominis dignitate)




El séptimo signo de inmortalidad de los diecisiete que caracterizan al ser humano virtuoso que haya alcanzado la condición heroica, es la mutabilidad opcional, esto es, elegir el modo de cambiar a voluntad. Puede así permanecer sentado durante horas en absoluta inmovilidad, como un mineral respirante, vegetar frente al radiante sol televisivo, como una planta, airarse con la vehemencia del depredador enfurecido, danzar en torno al oscuro centro de su abismo interior, como un cúmulo de galaxias, interpretar los designios divinos con la fidelidad propia de un ángel e incluso sobrepasar toda la jerarquía que ordena y organiza la precedencia de los mundos, espejando todo el universo desde sí, como imaginario creador.


En nuestra azarosa búsqueda transformadora, recreamos el universo al tiempo que renacemos –somos renacidos- con él. Somos capaces de encontrar, vez tras vez, al oculto Pan en el siempre cambiante y escurridizo Proteo, prodigioso holograma donde cada minúscula parte se reconoce todo en el todo. Triada divina capaz de mostrar a un mismo tiempo sus antagónicos extremos, sin dejar por ello de mantenerlos unidos en su centro. Quizá esa fue la razón de que el mismo Hegel cayera fascinado por la dialéctica órfica reconciliada en el éxtasis, sintiéndose obligado a la vanidad de compartir su descubrimiento de la triádica manifestación del espíritu, tras la lectura de Proclo. Así, el mismo Dios, obligado a su divina coherencia, gusta siempre mostrarse por doquier tan contradictorio.



Erotomaquia

"Gnosis tôn ontôn."
(Pitágoras de Samos)

"Unde malum et quare?"
(Valentín de Alejandría)




Quien conoce, puede. Al resto de seres humanos, frustrados e impacientes frente a su impotencia, sólo les cabe proteger su frágil estabilidad psíquica en una suerte de delirio de poder. La magia, pese a lo que muchos expertos pretenden hacernos creer, se encuentra del lado de los primeros. Su desprestigio sistemático es tan sólo una estrategia disuasoria que pretende proteger y ocultar una ventaja competitiva, vulnerable a la divulgación: la fuente del poder. Es entre los poderosos entre los que se esconde y oculta la verdadera magia. El resto, habrá de conformarse con padecer, en mayor o menor medida, los sutiles o grotescos efectos de la dominación, compensando su cotidiana frustración con distintas formas de evasión o distracción. Quien no tiene el poder, debe “imaginar”, sin embargo, tenerlo. Pues, reiteramos, solo quien conoce, puede. Y quien revela la fuente de su poder, la entrega, esto es, la pierde.




Ello explica la necesidad de camuflar y mantener un estricto disimulo sobre los mecanismos que ponen en marcha y mantienen girando el tiovivo del poder, la necesidad de discreción para impedir, contrarrestar, toda posibilidad de discernimiento de cómo son y funcionan las cosas, esto es, la magia del pragmatismo (dominación) ha de permanecer oculta a la mirada profana (dominados), a tenor de mantener la funcionalidad y eficacia del sortilegio. El ciudadano promedio vive ajeno al encantamiento socio-cultural, disfrazado de normalidad, al que vive sometido, produciendo y consumiendo (dos formas alternativas de un mismo ser consumido). Su certeza ilusoria le resulta mucho más digerible que el terrible tormento de la incertidumbre. Sólo una minoría afronta la responsabilidad de mantener a la audiencia atenta al ficticio espectáculo, accionando los resortes del apurva tras las bambalinas (o las cortinas, como el mago de Oz).




Es a estos últimos a quienes dirigimos la esencia acroamática de nuestra instrucción, aquella que aparece nítidamente descrita entre líneas, con el fin de mantener los privilegios de la élite explotadora lejos (a salvo) de la curiosa voracidad de la chusma explotada. Para ello resulta necesario prescindir del confuso e intencionalmente desacreditado término “magia” por otro mucho más afín al ámbito empírico de las ciencias psico-sociales: “demagogia”. La verdadera demagogia es la que no se nota, la que consigue desacreditar al adversario al conseguir más raudamente etiquetarlo ante la opinión pública de “demagogo” o aquella que disfraza los conjuros de antaño bajo la actual jerga legislativa. La agilidad es siempre un grado y parece que siguen siendo válidos y vigentes aquellos asertos que defienden que 1) la mejor estrategia de defensa es un buen ataque preventivo y 2) que nunca se esconde mejor la trampa que bajo el monopolio de factura de la ley. Al igual que ocurre actualmente con la ciencia y la técnica, la clave de la legitimidad radica en disponer de artificios con los que proteger la ventaja (patente) e ir (tratar de ir) siempre un paso por delante del enemigo. Prebendas del privilegio de legislar.



jueves, 4 de julio de 2013

Serio ludere

“También deseamos amar y conocer
todo aquello que, de un modo u otro,
despierta en nosotros el recuerdo de lo amado.”
(Máximo de Tiro)

“Parece evidente a los ojos sabios
que Dios conoce infinitos modos de ocultarse.”
(Nicolás de Cusa)

“En mi celo por la virtud y mi deber hacia los dioses,
fui repetidamente iniciado, adoración sobre adoración,
misterio tras misterio, en innumerables ritos y ceremonias.”
(Apuleyo)





El Asno de Oro le sirve de cómica excusa a Apuleyo para desgranar el concepto pitagórico de regeneración (palingenesia) y el platónico de transmutación (metempsicosis). El arte de entreverar los secretos divinos en fábulas livianas y frívolas (disfraz órfico), esconder la verdad tras la mendacidad del discurso mítico, ocultar ideas felices en la vulgaridad, sepultar el genio protegido en la complacencia lúdica y la inercia literaria de los lugares comunes, ya casi se ha perdido. Sólo nos resta dirimir las torpes reflexiones de la blogosfera que, precisamente por incompletas y frustrantes, ofrecen la posibilidad al avezado lector de imaginar con precisión aquella parte que se oculta. Resulta así recomendable escrutar estas breves líneas, manteniendo una circunspección vigilante. Mientras al amante amado (peritis viris) se le permite gozar las mieles de la elocuencia inherente, al resto sólo les cabe despertar la avidez de inacabables conjeturas en vano. Resuelto así el acertijo, muere la esfinge más resucita el símbolo.




Consejo nocturno

“Inebriabuntur ab ubertate domus tuae
et torrente voluptatis tuae potabis eos.”
(Salmo XXXVI, 8)

“Porus cosillii filuis est.”
(Platón, Simposio 203b)





Sabemos por Orfeo que el Eterno buscó consejo en la Noche acerca de cómo habría de ser su creación. Ignoramos dónde y de quién obtuvo Orfeo esta información, e incluso quién habría de ser aún la fuente de la propia fuente. Estos datos permanecen ocultos y escondidos, como corresponden a los consejos y deliberaciones, necesitados por lo general del mayor secreto. Quizá debemos de atribuir a su falta de formación clásica, el imperdonable desliz de Snowden. No así este, que ahora discurre pertinentemente distractor bajo tus sedientos entretenidos ojos, conforme al nuevo orden secular que diseña hasta el menor matiz imaginable de estos agitados tiempos.



miércoles, 3 de julio de 2013

Nom de plume

“Aquello de lo que cabe desviarse
no es el verdadero Tao.”
(Ken Wilber)

“Aurum nostrum
non est aurum vulgi.”
(Tradicional alquímico)





Quien alguna vez ha sentido su plúmbeo cuerpo transmutado por la gracia del amor, sabe de lo que aquel es capaz. A través de su secreto, en permanente muerte y renovación, cualquiera puede así transformar su alma en un radiante sol, e iluminar con ella el mundo. 



lunes, 1 de julio de 2013

Silencio del corazón

“Con cantos y danzas
se adelanta Zaratrustra.”
(Fiedrich Nietzsche)

“¡Qué maravilla!
El puente avanza sobre el torrente-“
(Tradicional Zen)





Aquella imagen que nos parece inmóvil, transcurre como una maravillosa danza en el fluyente tapiz de luz que discurre nuestra retina, danza de la que, tal y como sucede con el resto de los procesos sensoriales que transcurren simultáneos a ese dinámico acontecer visionario, nosotros somos totalmente inconscientes. Por extraño que resulte, somos ciegos al proceso que genera y prefigura cada una de nuestras miradas. De este modo, tantas cosas ocurren ahora mismo a nuestro lado e incluso en nosotros mismos, y nos constituyen esencialmente, de las que apenas sabemos ni sabremos nada. Danzamos con el universo. A nada que prestemos algo de atención, nos daremos cuenta puntual de que somos parte observadora de su propia y permanente danza, pero esa parte “que danza dándose cuenta”, sólo es memoria, Gestalt impermanente, recuerdo de impresiones que yacen -y suceden a otras- muertas. Aquello que vemos, nuestra propia mirada, es tal porque, por mucho que nos cueste asumirlo, ya no existe. Apresado el instante, yace muerto, al igual que la verdad al contarla.